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Sobre sicólogos y siquiatras

De mi experiencia con sicólogos y siquiatras, concluyo que, si bien existe la investigación científica y en algunos campos puede dar resultados positivos, se trata invariablemente de un ámbito poco desarrollado aún (o tal vez mal desarrollado), donde el poder es el que determina finalmente, mas allá de subjetividades personales y profesionales, quién está loco, quien no, quién necesita atención, y quién no.

Durante toda mi  experiencia de vida creí en sicólogos y siquiatras, incluso los defendía, tenía una fe inquebrantable en que ellos eran algo así como «los elegidos», para comprendernos y ayudarnos a mejorar nuestras vidas. Pero lamentablemente, hoy pienso que en algunos casos, las expectativas que ponemos en ellos nos ponen en situación de salir en gran medida desilusionados, casi como si dejáramos una relación amorosa, con la misma o similar intensidad, ya que confiamos ciegamente en una persona, en su título, en su vocación, en su buena fe, en su deseo de comprender e investigar nuestra situación, nuestra problemática personal, la cual no es otra cosa que el motivo por el que nos acercamos a ellos: porque tenemos un problema.

No quiero aburrirlos, me consta que en casos puntuales, ellos pueden resultar  imprescindibles y de gran ayuda, pero me consta que en mi caso, no lo han sido, y les habla alguien que luchó por acudir a un sicólogo en su adolescencia, y no lo logró. Luego lo consiguió en su adultez, con poco o nulo resultado, para posteriormente acudir a una siquiatra por temas puntuales, y salir provista de una batería de medicamentos que por un delgado pelo no me hacen perder mi trabajo, pero que sí me provocaron una enfermedad al estómago (gastritis), hasta que decidí por mi cuenta terminar con el dopaje, abandonando las consultas (que con un mínimo de observar la mecánica de las mismas, me di cuenta que no eran consultas sino testing de medicamentos, servicio que la siquiatra obtenía de nosotros gratuitamente).

Recientemente tuve una última exeriencia con sicólogos de una universidad pública, (en mi búsqueda de un tratamiento gratuito), y creí profundamente que iba a serme de ayuda para resolver mis problemas, pero lamentablemente no lo fue, luego de unas pocas sesiones dieron por terminado el contrato, y su diagnóstico no me ayudó en nada, es más: era un calco de los problemas que les confié, solo que dichos en vocabulario técnico.

Sueño con un mundo donde nos ayudemos mutuamente, donde los sicólogos y siquiatras estén de nuestro lado, no a expensas nuestra, sino que seamos aliados en nuestra salud mental, donde las subjetividades no dañen a los pacientes, donde la situación de poder que da el catalogar a alguien de demente, trastornado o depresivo, sea manejada profesionalmente, seriamente, así como también éticamente. Saludo a aquellos sicólogos y siquiatras que guardan en su corazón el deseo sincero de ayudar a los demás, que no se apague su llama con el paso de los años, que por el contrario, utilicen su sabia experiencia para el bien de todos.

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