El primer hombre se miró en reflejo del agua y vio que le faltaba algo. No supo qué. Se tiró a la orilla del río y se convirtió en piedra.
El segundo hombre también se miró. En el reflejo vio que su muerte estaba próxima. Rió a carcajadas, cantos salieron de su boca; se convirtió en un pájaro y fue libre.
Llegó el turno del tercer hombre. Al mirar su reflejo supo que el odio había reinado en su corazón durante toda su vida. En ese momento, el río mágico resplandeció, su hechizo lo envolvió y recobró su de niño. Jugando con su sombra, se alejó entre los árboles.
-Javier Trejo